jueves, 6 de septiembre de 2012

Programa Experimental de Comunicación de la Ciencia (PECC) / Historia UNIVERSUM

Por iniciativa de los universitarios, las actividades de divulgación de la ciencia fueron multiplicándose y cada vez se hicieron más plurales e incluyentes. Se invitó a una amplísima gama de investigadores, pues en las conferencias se hablaba de astrofísica, de química, de matemáticas, de antropología e incluso de literatura científica. Sin embargo, el alcance fue muy limitado, se restringía al ámbito local. Se necesitaba el apoyo de alguna institución para catapultar la divulgación de la ciencia fuera de la UNAM.


El problema se acentuaba por la falta de recursos y la carencia de infraestructura. Si bien el entusiasmo con el que se trabajaba era desbordante, no era suficiente para solventar los gastos que representaba instalar el cine club o editar una revista. De hecho, el gasto de los primeros números de Física fueron cubiertos por el Dr. Luis Estrada:

el primer número de Física apareció en diciembre del 68 y la idea era sacarla mensualmente pero tuvimos muchísimos problemas económicos porque ya la SMF no iba a poner el dinero, la Universidad tampoco y bueno. El primero yo creo que lo financió Luis Estrada, el segundo también, pero el tercero ya lo financiamos entre todos, pusimos cada quién cinco mil pesos, costaba treinta mil pesos de aquella época, que eran como 2,500 usd, y logramos sacar muchos números consiguiendo dinero de aquí o de allá…[1]

Debido a la importancia del proyecto fue necesario conseguir apoyos, pues francamente era imposible que los bolsillos de unas cuantas personas sobrellevaran todos los gastos de la revista. Era indispensable convencer a las autoridades universitarias de la importancia y beneficios de la divulgación científica. El proyecto no podía quedar estancado en las viejas gavetas del Instituto de Física de la UNAM.

Conforme se lograban los números de Física, el grupo que encabezaba Luis Estrada fue consolidándose cada vez más. El número de lectores iba en aumento y éste era pretexto suficiente para seguir creyendo en la divulgación. Conforme se editaban los siguientes números de la revista surgieron los primero problemas teórico-metodológicos, pues nos dimos cuenta que la divulgación de la ciencia era muy grande y lo que hacíamos era divulgación de una parte de la ciencia, pues se puede hacer divulgación de la física, de la biología, de las matemáticas, pero se tenía que hacer una cosa más general, que nos hablara de la estructura misma del conocimiento científico.[2] Notaron que la comunicación de la ciencia no se trataba de escribir sencillísimos artículos sobre el trabajo científico, sino que cayeron en cuenta que el tema era más vasto y complejo. Habían descubierto una gran gama de posibilidades.[3] No se trataba de adaptar o de traducir la terminología científica a un lenguaje coloquial y ya. Al contrario, al divulgar nacía otra rama de estudio, pues se tendrían que revisar qué tipo de estrategias se usaban, qué tipo de mensaje y cómo se transmitía a un público que no necesariamente fuera el académico.

Por los mismos años, el Dr. Pablo González Casanova llegaba a la rectoría de la UNAM con nuevas propuestas para el bachillerato. Una de ellas fue darle un impulso científico y humanista a los jóvenes que cursaban sus materias en las escuelas preparatorias. Ésta idea derivó en lo que ahora conocemos como los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH’s).

En su rectorado incluyó en Difusión Cultural, un Departamento de Ciencias y uno de Humanidades, el de ciencias quedo a mi cargo, el otro a una persona que ya no recuerdo, y entonces aproveché un poco para hacer la conexión con la revista, como le dije ya no era sólo de física, entonces teníamos que ampliarlo, y pues con ese motivo las cosas siguieron creciendo.[4] Revisando los testimonios puedo apreciar que no fue coincidencia que Luis Estrada haya dirigido el Departamento de Ciencias de la UNAM, pues el trabajo que años antes había hecho rendía sus primeros frutos institucionales. La red de trabajo se amplió considerablemente a partir de su nombramiento. Ahora ya podía utilizarse la infraestructura de Difusión Cultural para divulgar ciencia. [5]

De esta manera, en algún evento que el Dr. Estrada ya no recuerda con precisión, tuvo contacto con funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y fue la oportunidad de platicar sobre la importancia y los beneficios de la divulgación de la ciencia para el país. Así que los buenos argumentos del Dr. Estrada fueron los suficientemente acertados para lograr un convenio:

por ahí salió una oportunidad en la que yo tuve algo que ver con la Subsecretaría de Educación Superior y entonces conseguimos un apoyo para hacer un proyecto en difusión de la ciencia, entonces fue lo que originó el Programa Experimental de Comunicación de la Ciencia (PECC), nos dio el dinero la SEP, nosotros hicimos eso…[6]

Cabe aclarar que en esos años la Extensión Universitaria estaba íntimamente ligada a la Dirección General de Difusión Cultural que se encargaba principalmente de organizar conciertos, representaciones teatrales y recitales de poesía. Pero ¿en cuanto a la ciencia? Valga mencionar que en esa época muchos académicos veían a la ciencia y la cultura por separado. Pero Luis Estrada, Jorge Flores y José Sarukhán desde sus épocas de estudiantes estaban convencidos de que la ciencia y la cultura tenían que re-integrarse, complementarse. Y si recordamos que uno de los objetivos de la extensión universitaria es extender los beneficios de la cultura a la población, la conformación del PECC lo constataba. El convenio que se logró con la SEP dotó de recursos a la comunicación de la ciencia que se producía desde la UNAM.

Con el dinero que se recibió por parte de la SEP, se rentó una casa en Coyoacán[7], no porque quisiéramos estar fuera, sino que aquí no se podía…[8] debido a que en las cláusulas del convenio se estipulaba que el PECC no era una dependencia meramente universitaria y tendrían que conseguirse oficinas fuera de la ciudad universitaria para evitar malos entendidos con la SEP.

Los objetivos iniciales del PECC consistían en fortalecer las actividades que años antes se desarrollaban en la cafetería y pasillos de la Facultad de Ciencias, elaborar un medio escrito dónde se incorporarán artículos de divulgación, y crear un sistema de comunicación de la ciencia enfocado principalmente al bachillerato de la UNAM, tal como lo recuerda Manuel González Casanova:

Había una doble inquietud por comunicar la ciencia. Por ahí, a finales de los setentas, estaba claramente involucrado el Dr. Luis Estrada, era en la producción de una revista que se llamó Física, era una revista de divulgación de la ciencia y que en parte estaba apoyada por la Fundación Rosenblueth, en cuanto al dinero y su producción y en parte por la universidad. Entonces surge este Programa Experimental de Comunicación de la Ciencia, no me acuerdo exactamente en que años surge y él tenía estas dos ideas; una hacer difusión de la ciencia en diferentes ámbitos, interuniversitarios y extrauniversitarios, como charlas de café una serie de eventos donde se podrían discutir cosas sobre ciencia, a un público no necesariamente conocedor de la ciencia como los científicos, y la publicación de la revista Física que luego sería la revista Naturaleza.[9]


Si observamos con detenimiento, la creación del PECC sentó la base social sobre la cuál se desarrollarían los futuros proyectos de comunicación de la ciencia. Al mismo tiempo, el grupo de personas interesadas en la divulgación se tornó más plural e incluyente. Por un tiempo la sola idea de comunicar ciencia atrajo a universitarios de diferentes institutos de investigación que se interesaban en tener un contacto más estrecho con la sociedad que, bien o mal, destinaba los recursos para nutrir a la Universidad. Los grupos sociales se fueron interconectando, por un lado, los académicos fundaban  un programa para comunicar ciencia; los políticos destinaban parte del presupuesto para crear un poco de infraestructura; los investigadores, se interesaban sobre la nueva manera de comunicar parte de su trabajo a la sociedad, y por último, los estudiantes que siendo receptores de esta divulgación científica, dejaron la pasividad y se fueron adentrando en ella.[10]



* Extracto de mi tesis: Israel Chávez Reséndiz, ¿Cómo surge UNIVERSUM?, México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. 2008. 189 p.

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[1] Entrevista a Jorge Flores Valdés. Op. Cit.

[2] Ibíd.

[3] Entrevista a Luis Estrada. Op. Cit.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] No incluyo la dirección porque me parece irrelevante el dato en esta parte del texto. Para mayor referencia revisar en este mismo trabajo el capítulo 3, en la parte que habla de la creación del PECC.

[8] Ibíd.

[9] Entrevista a Manuel González, por Israel Chávez, México DF, UNAM-UNIVERSUM, 21 de junio de 2007.

[10] Entrevista con Luis Estrada. Op. Cit.


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