El problema se acentuaba por la
falta de recursos y la carencia de infraestructura. Si bien el entusiasmo con
el que se trabajaba era desbordante, no era suficiente para solventar los
gastos que representaba instalar el cine club o editar una revista. De hecho, el
gasto de los primeros números de Física fueron cubiertos por el Dr. Luis
Estrada:
el primer número de Física apareció en
diciembre del 68 y la idea era sacarla mensualmente pero tuvimos muchísimos
problemas económicos porque ya la SMF no iba a poner el dinero, la Universidad
tampoco y bueno. El primero yo creo que lo financió Luis Estrada, el segundo
también, pero el tercero ya lo financiamos entre todos, pusimos cada quién
cinco mil pesos, costaba treinta mil pesos de aquella época, que eran como
2,500 usd, y logramos sacar muchos números consiguiendo dinero de aquí o de
allá…[1]
Debido a la importancia del proyecto
fue necesario conseguir apoyos, pues francamente era imposible que los
bolsillos de unas cuantas personas sobrellevaran todos los gastos de la
revista. Era indispensable convencer a las autoridades universitarias de la
importancia y beneficios de la divulgación científica. El proyecto no podía
quedar estancado en las viejas gavetas del Instituto de Física de la UNAM.
Conforme se lograban los números
de Física, el grupo que encabezaba Luis Estrada fue consolidándose cada
vez más. El número de lectores iba en aumento y éste era pretexto suficiente
para seguir creyendo en la divulgación. Conforme se editaban los siguientes
números de la revista surgieron los primero problemas teórico-metodológicos, pues
nos dimos cuenta que la
divulgación de la ciencia era muy grande y lo que hacíamos era divulgación de
una parte de la ciencia, pues se puede hacer divulgación de la física, de la
biología, de las matemáticas, pero se tenía que hacer una cosa más general, que
nos hablara de la estructura misma del conocimiento científico.[2] Notaron que la comunicación de la ciencia
no se trataba de escribir sencillísimos artículos sobre el trabajo científico,
sino que cayeron en cuenta que el tema era más vasto y complejo. Habían
descubierto una gran gama de posibilidades.[3]
No se trataba de adaptar o de traducir la terminología científica a un lenguaje
coloquial y ya. Al contrario, al divulgar nacía otra rama de estudio, pues se
tendrían que revisar qué tipo de estrategias se usaban, qué tipo de mensaje y
cómo se transmitía a un público que no necesariamente fuera el académico.
Por los mismos años, el Dr. Pablo González Casanova llegaba a la rectoría
de la UNAM con nuevas propuestas para el bachillerato. Una de ellas fue darle
un impulso científico y humanista a los jóvenes que cursaban sus materias en
las escuelas preparatorias. Ésta idea derivó en lo que ahora conocemos como los
Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH’s).
En su rectorado incluyó en Difusión Cultural, un Departamento de
Ciencias y uno de Humanidades, el de ciencias quedo a mi cargo, el otro a una
persona que ya no recuerdo, y entonces aproveché un poco para hacer la conexión
con la revista, como le dije ya no era sólo de física, entonces teníamos que
ampliarlo, y pues con ese motivo las cosas siguieron creciendo.[4] Revisando los
testimonios puedo apreciar que no fue coincidencia que Luis Estrada haya
dirigido el Departamento de Ciencias de la UNAM, pues el trabajo que años antes
había hecho rendía sus primeros frutos institucionales. La red de trabajo se
amplió considerablemente a partir de su nombramiento. Ahora ya podía utilizarse
la infraestructura de Difusión Cultural para divulgar ciencia. [5]
De esta manera, en algún evento
que el Dr. Estrada ya no recuerda con precisión, tuvo contacto con funcionarios
de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y fue la oportunidad de platicar
sobre la importancia y los beneficios de la divulgación de la ciencia para el
país. Así que los buenos argumentos del Dr. Estrada fueron los suficientemente
acertados para lograr un convenio:
por ahí salió
una oportunidad en la que yo tuve algo que ver con la Subsecretaría de
Educación Superior y entonces conseguimos un apoyo para hacer un proyecto en
difusión de la ciencia, entonces fue lo que originó el Programa Experimental de
Comunicación de la Ciencia (PECC), nos dio el dinero la SEP, nosotros hicimos
eso…[6]
Cabe aclarar que en esos años la
Extensión Universitaria estaba íntimamente ligada a la Dirección General de
Difusión Cultural que se encargaba principalmente de organizar conciertos,
representaciones teatrales y recitales de poesía. Pero ¿en cuanto a la ciencia?
Valga mencionar que en esa época muchos académicos veían a la ciencia y la
cultura por separado. Pero Luis Estrada, Jorge Flores y José Sarukhán desde sus
épocas de estudiantes estaban convencidos de que la ciencia y la cultura tenían
que re-integrarse, complementarse. Y si recordamos que uno de los objetivos de
la extensión universitaria es extender los beneficios de la cultura a la
población, la conformación del PECC lo constataba. El convenio que se logró con
la SEP dotó de recursos a la comunicación de la ciencia que se producía desde
la UNAM.
Con el dinero que se recibió por
parte de la SEP, se rentó una casa en Coyoacán[7], no porque quisiéramos
estar fuera, sino que aquí no se podía…[8] debido a que en
las cláusulas del convenio se estipulaba que el PECC no era una dependencia
meramente universitaria y tendrían que conseguirse oficinas fuera de la ciudad
universitaria para evitar malos entendidos con la SEP.
Los objetivos iniciales del PECC
consistían en fortalecer las actividades que años antes se desarrollaban en la
cafetería y pasillos de la Facultad de Ciencias, elaborar un medio escrito
dónde se incorporarán artículos de divulgación, y crear un sistema de comunicación
de la ciencia enfocado principalmente al bachillerato de la UNAM, tal como lo
recuerda Manuel González Casanova:
Había una doble inquietud por comunicar la
ciencia. Por ahí, a finales de los setentas, estaba claramente involucrado el
Dr. Luis Estrada, era en la producción de una revista que se llamó Física, era una revista de divulgación
de la ciencia y que en parte estaba apoyada por la Fundación Rosenblueth, en
cuanto al dinero y su producción y en parte por la universidad. Entonces surge
este Programa Experimental de Comunicación de la Ciencia, no me acuerdo exactamente
en que años surge y él tenía estas dos ideas; una hacer difusión de la ciencia
en diferentes ámbitos, interuniversitarios y extrauniversitarios, como charlas
de café una serie de eventos donde se podrían discutir cosas sobre ciencia, a
un público no necesariamente conocedor de la ciencia como los científicos, y la
publicación de la revista Física que
luego sería la revista Naturaleza.[9]
Si observamos con detenimiento,
la creación del PECC sentó la base social sobre la cuál se desarrollarían los
futuros proyectos de comunicación de la ciencia. Al mismo tiempo, el grupo de
personas interesadas en la divulgación se tornó más plural e incluyente. Por un
tiempo la sola idea de comunicar ciencia atrajo a universitarios de diferentes
institutos de investigación que se interesaban en tener un contacto más
estrecho con la sociedad que, bien o mal, destinaba los recursos para nutrir a
la Universidad. Los grupos sociales se fueron interconectando, por un lado, los
académicos fundaban un programa para
comunicar ciencia; los políticos destinaban parte del presupuesto para crear un
poco de infraestructura; los investigadores, se interesaban sobre la nueva
manera de comunicar parte de su trabajo a la sociedad, y por último, los
estudiantes que siendo receptores de esta divulgación científica, dejaron la
pasividad y se fueron adentrando en ella.[10]
* Extracto de mi tesis: Israel Chávez Reséndiz, ¿Cómo surge UNIVERSUM?, México:
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. 2008. 189 p.
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ser reproducida con fines no lucrativos, siempre y cuando no se mutile, se cite
la fuente completa y su dirección electrónica.
[1] Entrevista a Jorge Flores
Valdés. Op. Cit.
[2] Ibíd.
[3] Entrevista a Luis Estrada.
Op. Cit.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd.
[7] No incluyo la dirección
porque me parece irrelevante el dato en esta parte del texto. Para mayor
referencia revisar en este mismo trabajo el capítulo 3, en la parte que habla
de la creación del PECC.
[8] Ibíd.
[9] Entrevista a Manuel
González, por Israel Chávez, México DF, UNAM-UNIVERSUM, 21 de junio de 2007.
[10] Entrevista con Luis
Estrada. Op. Cit.
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