No me dí cuenta en qué momento exporté mi vida y la programé en sistema android. Me avergüenza aceptarlo, pero me resulta díficil estar desconectado. Sé que el mundo seguirá girando sin importar si leo o no los periódicos; si consulto mi timeline y opino en mi twitter; si imparto clase con la ayuda de blogger; o simplemente si consulto las recetas que me llegan a diario para comer sanamente. Mi cerebro se (des)programa, desconozco si pienso en ideas o en apps.
Según mis colegas historiadores, la tecnología después de la Segunda Guerra Mundial crece exponencialmente cada 5 años. Al echar un vistazo en la prensa, confirmo que el dato es exacto. Apenas en el 2006 compré mi primer teléfono celular, recuerdo que era monocromático y sólo emitía un sonido. Me costaba mensajear y nunca imaginé que pudiera depender tanto de él. Me atrevo a pensar que muy pocas personas imaginaron el impacto que los dispositivos móviles tendrían en la actualidad. Muchos de nosotros estábamos convencidos que en 20 años conduciríamos autos voladores, pero nadie pensó tener la llave de la información en la palma de nuestra mano.
Hoy, la tecnología también se democratiza. Los usuarios se transforman, poco a poco dominan los códigos de programación y desarrollan miles de aplicaciones. En las universidades se generan nichos tecnológicos. Los estudiantes logran vincularse con las empresas de telecomunicaciones y organizan eventos como el Congreso Universitario Móvil para dotarle de esa inteligencia a los dispotivos móviles.
Resulta impresionante que los indicadores de pobreza en México reporten que más de 60 millones de mexicanos padezcan pobreza y 20 millones, pobreza extrema; es soprendente pues muchas de éstas personas cuentan por lo menos con un teléfono celular. A tal grado que el mercado reporta 97.6 millones de usuarios.
Soprende aún más el mercado de telefonía celular y transmisión de datos (Internet /G3) marque una tendencia a la alza. Se estima que para el 2015, el número de smartphones aumente a 30 millones de usuarios en México; por ello, las empresas de telecomunicaciones (Telcel, Movistar, Unefón, Iusacell, etc) generen vínculos con los desarrolladores de apps, que a fin de cuentas, serán las dueñas del mercado de software.
Varias encuestas especilizadas informan que los usuarios de la red, prefieren los dispositivos móviles como las computadoras portátiles, minilaptops, consolas de videojuegos, tv's; de hecho las tabletas y los smartphones comienzan a ganar terreno a pasos acelerados.
México y la UNAM son parte del presente y futuro de las apps. El equipo de UNAM.Mobile ha trabajado desde 2006 en Ciudad Universitaria para hacerse un espacio tanto en la academia, la industria y en la red. Confío que en un par de años las apps que genere la UNAM obtendrán premios y reconocimientos internacionales porque una de las mejores cosas que sabemos hacer, es compartir el conocimiento para construir día a día un mejor país. Una mejor universidad.
© Israel Chávez Reséndiz. Todos los derechos reservados ©
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