De nueva
cuenta se presentaba la oportunidad. La idea de museo cada vez iba tomando más
fuerza pues no sólo ya se había teorizado sobre cómo hacer un museo de ciencias,
sino que ahora ya se buscaba un lugar físico para materializarlo. La red de
contactos y de oportunidades que generó el cargo de Flores permitió avanzar
varios pasos más. Los esfuerzos se enfocarían en construir pequeños museos de
ciencia, distribuirlos por toda la ciudad. De hecho, la idea de museo comenzaba
a ser rebasada por la de crear un centro de ciencias, donde se incluyeran las
exposiciones, los talleres, la redacción de las revistas, pero también, la
creación de una biblioteca especializada en divulgación, en fin, se buscaba
crear una infraestructura fuerte para la comunicación de la ciencia.
… y entonces el que tenía algo de experiencia era Luis Estrada, lo platiqué
con él, el otro era Sarukhán y la otra María Trigueros y decidimos con Luis
hacer un museito chiquito que no era muy grande el edificio, además era una
escuela, pero se llamó el Mundo de las Computadoras, y entonces lo
empezamos a diseñar María Trigueros y Luis Estrada. Mi idea era no tener un
museo grandote como el que habían pensado Sarukhán y Luis Estrada sino muchos
chiquitos y uno a lo mejor que fuera sobre cómputo u otro sobre la botánica u
otro sobre las enfermedades, sobre el uso de la mecánica o así de chiquitos
pero repartidos por toda la ciudad, a estos les llamamos desde entonces las Casitas de las Ciencias.[1]
© Israel Chávez Reséndiz. Todos los derechos reservados ©
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