Flores asegura que después de las
reuniones en el carro, iba al día siguiente a su oficina del Instituto de
Física de la UNAM y trabajaba en el proyecto UNIVERSUM. La idea principal
seguía siendo la evolución. Rosi Seco, quién fuera su brazo derecho trabajó
como coordinadora de asesores. Ella era la encargada de contactar a los
primeros universitarios que tuvieron el gusto de ser invitados por Jorge
Flores. Incluso ella fue testigo de las discusiones que había en Rectoría para
financiar el proyecto. Rafael Pérez Pascual recuerda que todos los asesores
tenían esa encomienda, buscar recursos económicos a través de donaciones,
préstamos o cooperación inter-institucional.[1] El
propio Rector, consciente de los enormes costos, no podía desviar una gran
cantidad del presupuesto universitario para el museo, sin embargo hizo un gran
esfuerzo para dar una partida especial al CUCC, aún así, no fue suficiente.
Pues no conseguimos dinero de fuera, el único que
nos dio un poco de lana fue el DDF, que fue útil, pero modesta, pero todo esto
vino de los recursos propios de la Universidad, por eso le dimos al CUCC un
presupuesto más amplio.[2]
Mientras tanto, Jorge Flores seguía dibujando lo
que serían los primeros bocetos de los equipamientos del museo. Al inicio él
mismo reconoce que pese a la enorme tarea, estuvo mucho tiempo solo, sin contar
con otra mente creativa.[3]
Esperando a que pasara algo, tal vez un milagro.
* Extracto de mi tesis: Israel
Chávez Reséndiz, ¿Cómo surge UNIVERSUM?,
México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. 2008. 189 p.
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